Pobres de aquellos que presumen de no haber tenido niñez ni pubertad porque estaban leyendo muchos libros... Van a tener una vejez para leer mucho, quizá demasiado, pero vitalidad y tiempo para saltar la cuerda, lo dudo. Energía para correr, atrapar pájaros, volar papalotes, jugar a las peleas, escalar árboles, jugar guerras, brincar, soñar, imaginar, lo dudo. En pocas palabras: qué feo, no podrán experimentar ni la milésima parte de lo que hablan esos libros. Es triste, vivieron la vida de personajes que nunca podrán ser, no, no la vivieron, la vieron pasar ante sus ojos. Qué triste leyeron mucho, pero nunca escribieron algo en su propia vida. Qué triste no conocieron los raspones en las rodillas y la sangre saliendo de ellas, nunca jamás sintieron a los soldaditos de sangre trabajando en su cuerpo para formar costras.
Un minuto de silencio por esas personas que jamás vivieron porque estaban ocupados experimentando a distancia, experimentando sin exponerse, experimentar sin exponerse no es vivir, señores no es vivir.
Mi más sentido pésame para esas personas que no conocerán el dolor de pies por haberse divertido tanto, mi más sentido pésame por esas personas que no subieron a un árbol, se cayeron y salieron con un chipote en la cabeza. Mi más sentido pésame para esas personas que no supieron lo que era correr por tu vida porque un perro te iba persiguiendo, cortarse el talón con un vidrio por andar en la acequia. Mi más sentido pésame para esas personas que jamás se darán la oportunidad de sentir el éxtasis de ser un niño, un adolescente. Mi más sentido pésame para aquellas personas que jamás amos de un universo imaginado, reyes de la imaginación, creadores en potencia, mi más sentido pésame para aquellas personas que solamente fueron y han sido seres imaginantes de escritorio.
Lo siento por todas aquellas personas que se metieron a un mundo de grandes antes de tiempo. Lo siento por todas aquellas personas que el recuerdo que puedan tener de su niñez sea el número de los libros que leyeron, los más afortunados podrán retener las historias que venían en esos libros, quizá algunos (pocos) podrán recordar algún sentimiento que les haya provocado esa lectura. De verdad lo lamento niños que no supieron equilibrar su lectura con su niñez, ¿adivinen qué? Los libros seguirán ahí y podrán leerlos de nuevo, pero su niñez ya no va a regresar nunca.
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